¿Quién en su infancia no comió un dulce? Este Sabor que aprendemos a disfrutar desde pequeños tiene cada vez más detractores. Siendo la Organización Mundial de la Salud (OMS), uno de ellos, al recomendar restringir su consumo a un máximo diario de 40 gramos, si se es un adulto saludable.
Para controlar su consumo debemos conocer la gran variedad de nombres que se le asocian y enmascaran en los alimentos que consumimos a diario.
El azúcar “natural” es el que se encuentra en frutas y verduras, mientras que la “añadida” está presente en los alimentos procesados. Esta última es precisamente la que la OMS recomienda limitar por sus efectos negativos en la salud cuando se abusa de su consumo.
No se debe satanizar el azúcar; de hecho, la de tipo “natural”, presente en las frutas, por ejemplo, es de fácil digestión y es una fuente de energía rápida. Ahora bien, cuando abusamos de la cantidad que ingerimos sufrimos consecuencias como aumento de peso, incremento en el riesgo de padecer problemas cardiovasculares y de desarrollar resistencia a la insulina, además de un deterioro de las funciones cognitivas.
Un reciente estudio comprueba los efectos de la sacarosa o azúcar de mesa sobre los sistemas de recompensa del cerebro. La sacarosa tiene la capacidad de unirse a los receptores cerebrales que promueven la liberación de dopamina, un químico del cerebro estrechamente relacionado con la generación de sensaciones placenteras. Es por esto que cuando nos sentimos decaídos se nos antoja algo dulce y las ganas de consumir azúcar aumentan paulatinamente conforme incrementamos su ingesta.
Es importante saber que los azúcares añadidos de los alimentos procesados se pueden encontrar tanto en alimentos dulces como salados. Esto se debe a que el azúcar refinado es también un agente conservante importante en los alimentos.
En la lista de ingredientes, el azúcar añadido se puede identificar con muchos otros nombres, como:
-Glucosa, dextrosa
-Sacarosa
-Jarabe de glucosa, fructosa, oligofructosa, jarabe de fructosa,
-Dextrina, malto dextrina, almidón modificado de maíz